El próximo viernes, entre las 23:27 y las 23:42 hora peninsular (9:27pm y las 9:42pm GMT), buena parte de la humanidad será fotografiada por una sola cámara. Será como una foto de familia, pero no una de esas instantáneas en las que todo el mundo posa y sonríe, en una composición perfecta de variedad, artificialidad y edulcoramiento, sino más bien como esas fotografías que plasman los segundos previos al «patata», «treinta y tres», «cheese«… y que se disparan cuando las personas buscan la ubicación dentro del grupo, los nervios y las risas se entrelazan, te das cuenta de que falta tu sobrinx, que está en el baño, y vas en su rescate… Y quien no sale de perfil dirigiéndose fuera de la imagen, está con los ojos cerrados riéndose o metiendo tripa y ajustándose la camisa o buscando un lugar lo más alejado de cierta persona o de brazos cruzados sin ocultar su desacuerdo con estos rituales… En definitiva, una imagen de la vida tal cual es.
Esta gran fotografía de la humanidad (en realidad serán varias) la van a tomar las cámaras del Cassini, la nave espacial lanzada en 1997 con el objetivo de estudiar y fotografiar el planeta Saturno y sus lunas. Este próximo 19 de julio, aprovechando que la luz del sol quedará bloqueada por el planeta de los anillos, Cassini, desde el otro lado del mismo, volverá a fotografiar Saturno y, en esos quince minutos, la Tierra asomará por detrás, quedando retratada como un pequeño punto azul.
A 1.440 millones de kilómetros de nuestras hambrunas, guerras, revoluciones, recortes, corrupción, más hambruna, fiestas, encuentros y desencuentros, una máquina recogerá el diminuto espacio que ocupamos en este espacio abismal; ese pixel es nuestro rincón en el que nos zambullimos en la filosofía de la carencia y la posesión, en vez de en la filosofía de la existencia y el compartir.
Tan grande creemos que es lo que está en juego con nuestras posesiones, ascensos, logros y comparaciones, cuando tan pequeñxs somos en realidad. Si hemos olvidado que somos más pequeñxs que la Tierra, si hemos olvidado que es ella la que nos acoje, y no al revés, quizá una perspectiva desde miles de millones de kilómetros más allá nos venga bien.
Un aperitivo: ésta es una imagen de la NASA que captó Cassini en el planeta Saturno, en agosto de 2011. Corresponde a una tormenta que se extendía por una superficie que era ocho veces la de nuestro planeta. Ocho veces la Tierra. No somos nada.
Nociones como ésta sacuden el egocentrismo cotidiano, como individuos (todxs están por debajo de mí, todxs tienen más que yo, todxs pasan de mí, todxs son peligrosxs, etc.) y como especie (la tierra y el resto de especies están a mi servicio).
El egotismo se reduce al tamaño de una hormiga cuando contemplamos que una tormenta de Saturno podría aplastarnos cómodamente. El encuentro con la amplitud del espacio ayuda a tomar conciencia de la lupa neurótica con que contemplamos la vida.
En la terapia gestalt también se dan reajustes de la individualidad a través de la experiencia transpersonal. Son momentos en que sientes que los límites que definen tu persona se desdibujan. Quien no está familiarizadx con esta experiencia, la suele reducir a ámbitos de tradiciones y prácticas orientales, como la meditación. Y sin embargo, casi todas las personas hemos tenido, en algún momento, una experiencia trascendente, una experiencia cumbre: se dan cuando contemplas extasiadx un paisaje de la naturaleza; ante una obra maestra de arte (música, pintura, arquitectura…); participas en un evento multitudinario (manifestaciones, celebración, rituales sociales); episodios puntuales de la vida (como en el alumbramiento)…
Son vivencias más comunes de lo que pensamos, en los que nuestra identidad se expande, más allá de la personalidad y la individualidad. Se trata, en palabras de Paco Peñarrubia en su libro Terapia gestalt: La vía del vacío fértil, de «trascender los límites del ego, […] el autoconcepto, la imagen condicionada y empobrecida de nosotros mismos con la que nos identificamos».
Poner conciencia en la verdad del dolor jamás sentido o expresado es una manera de trascender los límites del ego; también reconocer la verdad de una experiencia biográfica o dejar de sostener una mentira que asistíamos con todo el carácter… Hay silencios muy poderosos en la consulta de la terapia gestalt, en los que la persona toma conciencia de otra experiencia de vida, con menos peso, más auténtica y libre, más gratificante y plena. Llámalo experiencias transpersonales, llámalo experiencias espirituales… son experiencias que nos ponen en contacto con nuestro verdadero ser.
Y también puede ayudarnos a trascender el ego contemplar un cielo estrellado, alejadx de la contaminación limínica de las ciudades, sin más ruido que el de la naturaleza a plena noche. Tomar conciencia de que, a pesar de que el ruido ambiental que generamos las personas suele alimentarse de diferencias y amenazas, en realidad compartimos un único territorio sin fronteras llamado planeta Tierra.
Nos viene bien que nos recuerden que las fronteras son mentales. Sólo existen los límites, y con ellos se puede trabajar. Por eso, porque el próximo viernes la Tierra va a ser fotografiada desde la órbita de Saturno, y porque será la primera ocasión en que sabemos con anticipación que vamos a salir en una foto de familia, a alguien se le ha ocurrido que sería una buena ocasión para sonreír. Y ha creado un evento mundial, El día que la Tierra sonrió [acabo de descubrir que hay más de uno, ¡cómo no! Otro vinculado a este evento se llama Saluda a Saturno], una iniciativa que plantea dos formas de participación:
– mensaje a la Vía Láctea: consiste en tomar una fotografía el mismo día 19 que represente a la Tierra, lo que hace único el planeta en el que vivimos. La imagen ganadora será incluida en un mensaje difundido hacia nuestra galaxia a través de un radiotelescopio.
– celebración musical: esta iniciativa es para compositorxs, a quienes se invita a crear una pieza musical con la que celebrar esta jornada.
Pocos detalles más se conocen (fecha tope de participación, web o mail al que enviar las fotografías, etc.). Si estás interesadx, en esta web irán actualizando la información.
¿Un día para sonreír?
Más allá de la iniciativa, creo que es buena ocasión para revisar si tienes motivos para sonreír, si te acuerdas de algún motivo para sonreír, de si alimentas tu mente con contenido alegre y esperanzador, de si te rodeas de personas con las que poder sonreír, y si las acciones y hábitos de tu vida te permiten sonreír. Es verdad que estamos rodeados de mucha porquería y podredumbre moral; y también de experiencias de compasión y generosidad hacia otras personas.
A veces no es más que tomar conciencia de la persistencia por evitar espacios, conocimiento, ritmos y encuentros saludables, que nos permitan recordar que siguen existiendo motivos para sonreír. No es así porque lo diga yo, sino porque unx se abre a esa experiencia que sigue dándose. Ojo, no estoy haciendo un alegato a la sonrisa falsa en todo momento. A veces, la sonrisa más honesta se encuentra detrás de un torrente de lágrimas de tristeza, dolor, rabia que por fin han encontrado consuelo.
Detrás de El día que la tierra sonrió se encuentra Carolyn Porco, quien dirige el equipo científico de las imágenes que envía la misión Cassini. En la web de este evento, Porco lanza la siguiente invitación:
Espero que, en el momento oportuno, sin importar dónde o en qué lado del planeta te encuentras, pares lo que estés haciendo, salgas fuera, te reúnas con amigos y familia, contemples el aislamiento total de nuestro mundo en la interminable oscuridad del espacio, saborees su exuberante y vital belleza, aprecies la rareza que es de entre los planetas del sistema solar, y te maravilles con tu propia existencia y la de toda la vida del planeta Tierra.
Y después, por todos los medios, ¡regocíjate!
Fotografía principal de rkdg portfolio
[Actualización 24/07/2013: ¡Y llegó la foto: la NASA ha difundido las imágenes tomadas por el Cassini. Una de ellas, en la que se señala la Tierra con una flecha, la puedes ver a continuación]
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