Acudí al taller buscando acabar con mis bloqueos al escribir, actividad que me motiva y a la dedico todo el tiempo que puedo a pesar de mis absorbentes quehaceres cotidianos. Durante su realización conseguí destapar y ahondar en los temas que me resultan controvertidos, y para los cuales no tengo a veces palabras. También entendí que la belleza o profundidad de una creación literaria no requiere de abalorios ni de tiempo excesivo. No necesita tampoco ideas elaboradas ni autocorrecciones constantes que te llevan a la irremediable censura. Con cada actividad, y en cuestión de minutos, escribí que no es poco. Y escribí sobre cosas sencillas, reales o figuradas. Escribí sin tapujos y sin miedo a reflejarme en ellos, y lo más importante, lo leí. Leí en voz alta mis pequeñas cosas sin temor al juicio ajeno, y esto fue posible al ambiente de confianza y respeto que se respiró en todo momento gracias a Manuel y a los participantes. Una experiencia muy positiva que recomiendo, sea cual sea la motivación para realizarlo. La mía era escribir, pero reconozco también que en lo personal me ayudó bastante. Y es que la relación entre ambas es innegable. (comentario original, aquí)
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