Es la pregunta que indirectamente me hacen muchxs amigxs, aunque la suelen presentar así: «¿pero todo el mundo necesita terapia? ¿Tú qué crees?» Y ahí siempre he dicho que no. Ahora, ¿estoy siendo honesto?
De partida, apuesto por que la educación emocional se incorpore al ámbito escolar como otra materia más. Y digo otra más por no pedir peras al olmo, porque considero que es la asignatura más relevante de nuestras vidas. Si nos enseñan a sumar y manejar cifras, a adquirir conocimientos a través de la comprensión y la memorización, a competir (esto especialmente) y a pensar (esto es coña), ¿por qué no también un tiempo dedicado en el colegio a ayudarnos a transitar de una manera más fluida por las distintas emociones, a poder sentirlas y gestionarlas?
Claro, mi propósito en la vida es ser feliz, y desde ahí planteo la escuela como un espacio donde se potencien las habilidades que una persona va a necesitar para ese camino. Si entendiera la vida como una experiencia donde trabajo para ser una pieza eficaz más de la cadena de producción de una multinacional, entonces con conocimientos cognitivos iría servido.
Hay un lugar común en el pensamiento occidental que reza que es mejor no abrirse a sentir los impulsos hostiles internos, entre otros, porque nos pueden llevar a lo peor de nosotrxs. Y sin embargo la experiencia es que cuanta más libertad tiene una persona para poder transitar por las emociones que surjan, tanto en lo tierno como en lo agresivo, menos se quedará atrapada en un estado emocional.
El eterno examen de septiembre
Hablaba hace poco de aquellas personas que siempre se presentan con una sonrisa y en todo momento están bien. Esa vivencia estancada es tan inquietante como la de quien siempre va presentándose con una cara amargada. De la misma forma, que las pasiones son jaulas emocionales que nos salvan de contactar con un profundo dolor y limitan el abanico de experiencias vitales. Y eso lo conté aquí.
Con todo esto, y regreso al tema de esta entrada, creo que es evidente que el mundo emocional es complejo, y que toda biografía lleva tachaduras de tipex, que hacen las veces de tiritas pa’este corazón partío. Así que, para mí, resulta necesaria esa educación emocional que ahora mismo no se da en el ámbito escolar de forma generalizada. Y como no se da, considero que una terapia es más que beneficiosa para cualquier persona.
Ahora bien: ¿cualquiera necesita terapia? Considero que necesita terapia cualquiera que siente que no puede con la vida, bien por un trauma reciente, pasado, cuando no le encuentra sentido, cree que no lleva las riendas, y esa vivencia resulta dolorosa, angustiosa y frustrante. En la actualidad, la desembocadura más habitual para todo esto, bastante aceptada en nuestra sociedad, por cierto, es el estrés.
Pero el resto de las personas, no creo que tengan que pasar por terapia. Les vendría muy bien, sí. Les ahorraría dolores de cabeza, sufrimiento y desgaste físico. ¡Pero la vida también enseña! Es más, enseña como nadie.
Con una ‘pequeña’ salvedad, decir que todas las personas necesitan terapia es como decir que todxs tendríamos que saber inglés. Pues sí y no. Te abre muchas opciones de socializar y conocer mundo, da más oportunidades de trabajo, disfrutas mucho más de las películas y series de países anglófonos… Pero, bueno, para vivir, la verdad es que se puede vivir con la lengua materna, ¿no?
Y ahora aclaro la «‘pequeña’ salvedad» al hacer la comparación entre terapia e inglés. Y es que las emociones son el idioma universal que llevamos con nosotrxs, desde China a Islandia, en nuestro cuerpo, 24 horas al día. Ni Muzzy se libraría de ellas.
publicado originalmente en el blog ‘La silla de Perls’
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