Practicar la Comunicación Compasiva, o Comunicación No Violenta (CNV), precisa de paciencia, compromiso y perseverancia: paciencia porque los resultados no siempre se constatan a corto plazo y la tendencia a enjuiciar, reprochar, exigir o enmudecer tiene al principio mucha más fuerza que la capacidad de conectar con tu parte compasiva y hablar desde la misma; también requiere de compromiso contigo mism@, sabiendo que al principio buscar claridad interna para hallar qué necesidad queda descubierta en situaciones que de partida generan confusión supone un esfuerzo para el que no siempre nos encontramos en la mejor disposición, pese a lo cual la recompensa siempre llega puesto que nos podemos llegar a entender mejor, y a la vez poder ser entendid@s con más facilidad; por último, la práctica de la CNV demanda de perseverancia, de un trabajo de a poquito, paso a paso, cuanta mayor frecuencia mejor, siempre que sea una frecuencia ajustada a tu disponibilidad y ganas, puesto que de poco sirve practicarla sin deseo.
Así que con paciencia, compromiso y perseverancia puedes ir incorporando la CNV a tu vida, no importa si es de a poquito porque lo crucial es generar una tendencia de compasión primero contigo mism@ y después hacia las demás personas.
Pero, ¿por dónde empezar? Personalmente considero que no hay mejor método para introducir un nuevo hábito que el de sistematizar la práctica. Es decir, en vez de hacerlo al tuntún, te animo a establecer algunos compromisos contigo para ejercitar este nuevo lenguaje. A continuación te ofrezco una serie de consejos que te pueden servir de guía. Adáptalos a tu gusto o bien úsalos de inspiración para generar tu propia práctica de la CNV. Vamos a por ello: