– ¿Qué hace mi banco con mi dinero?
– Invierte en industria armamentística.
Así arranca una entrevista que La Vanguardia realizó a Joan Antoni Melé, subdirector general de Triodos Bank. Melé trabajó durante 30 años para otra entidad bancaria hasta que sintió que las actividades que estaba respaldando su empresa eran contrarias a su propia conciencia. Ahora, además de ocupar un puesto relevante en Triodos, ofrece numerosas conferencias sobre la ética bancaria, muchas disponibles realizando una búsqueda en internet. Las recomiendo.
¿Cómo trasladar la actitud gestáltica a los actos de consumo e intercambio? En la consulta, la toma de conciencia empieza por unx mismx, por percibir sensaciones, sentimientos, ideas locas, necesidades, deseos… Y por percatarse de las consecuencias que la decisión que tomemos tendrán, o bien asumirlas a ciegas. Es cuando esto ocurre cuando nos podemos responsabilizar de nuestros actos y decisiones, independientemente de lo que la moral, la ética, la cultura de la tribu familiar y el civismo dicten.
Cabría reducir el aquí y ahora al «Yo disfruto de este café y no me preocupo de más: aquí y ahora». Pero hay algo tramposo en este razonamiento, y es: ¿sabes de dónde viene este café, las condiciones de las personas que trabajan para que este café esté en tu boca? Falta la información de todo ese proceso que va desde el cultivo de la planta hasta el procesamiento y distribución del producto. Falta la conciencia. Y sin conciencia, la responsabilidad queda debilitada.
En un mundo que funciona en base al incremento del consumo de bienes y servicios, lxs consumidorxs somos responsables de las compras y adquisiciones que realizamos, de dónde ponemos el dinero. Y ese dinero, lo sepamos o no, puede estar sustentando a una empresa que fija condiciones de explotación en sus fábricas, contamina el medioambiente y áreas en las que viven poblaciones pobres o bien financia la industria armamentística.
¿Estoy equiparando la responsabilidad de quien fabrica bombas racimo con la de la persona que invierte su dinero en una empresa que financia este tipo de armamento? No. Probablemente no fabricaremos, ni tiraremos las bombas racimo en países lejanos, seguro que la mayoría estamos en contra de su existencia y utilización. Es distinto. Ahora, la responsabilidad está en respaldar o no empresas que priman el lucro por encima de los derechos humanos y del planeta.
Obviamente no es fácil obtener información sobre los entresijos que se mueven detrás de una multinacional. Las empresas se encargan de ocultarla, y a veces hasta de negar informes que denuncian prácticas poco éticas. Los medios de comunicación, entre tanto, resuelven con dificultad el conflicto entre la ética periodística y los beneficios y supervivencia empresarial a través de la publicidad de las mismas multinacionales que deberían denunciar. Y las instituciones públicas son, sospechosamente, lentas en la supervisión y control de estas cuestiones.
Así que, ¿se puede hacer algo a nivel individual? A priori podría concluirse que no es relevante la decisión de retirar el dinero de una entidad o bien dejar de comprar productos de una marca, pareciera que un acto así no surte efecto alguno. Quizá el mejor regalo que unx percibe es quedarse con su conciencia tranquila.
Solo una toma de conciencia social podría hacer temblar las cuentas de una gran empresa, el empeoramiento de su imagen, la caída notable de sus ingresos…, pero algo así siempre comienza con movimientos inapreciables, que pasan desapercibidos y cuyo potencial parece ridículo. El activismo de organizaciones que trabajan por la transparencia y la defensa de los derechos humanos está consiguiendo, junto al apoyo de la denuncia social, que se vayan produciendo algunos cambios (el sector textil es uno de los que más se está viendo obligado a modificar sus políticas laborales y medioambientales: un ejemplo, aquí).
Por tanto, como consumidorxs está en nuestras manos elegir el grado de conciencia, de conocimiento, de interés que ponemos en los negocios de aquellxs con quienes negociamos. Cuanta más conciencia podamos poner, más capacidad adquiriremos para realizar un acto de compromiso, de responsabilidad. Somos libres para elegir, sí. También somos libres de mantener un nivel de producción, consumo y deterioro del medioambiente, sí.
Quizá llegó el momento de poder hacernos cargo de las consecuencias que genera en el planeta un sistema de consumo como en el que vivimos. Porque no es cierto que ésta sea la única manera posible, y es evidente que no es la mejor para el planeta, para la humanidad. Y ese cambio lo podemos reclamar a las autoridades y grandes corporaciones, pero es en las pequeñas decisiones del día a día donde podemos empezar a marcar la diferencia.
¿Y el sector bancario?
Otro asunto son los bancos. A la opacidad de la que disfrutan, se suma el poder que el sistema financiero tiene sobre los medios de comunicación, muchos de los cuales disfrutan de generosos créditos concedidos por entidades bancarias españolas, generándose así un vínculo que conflictúa el ejercicio independiente de la profesión periodística. Y a esto se suma que la banca es uno de los grandes anunciantes. Por eso, nada como un medio rentable que no necesite de ayudas financieras para vivir.
Volviendo a la banca, desde hace unos años en nuestro país se van conociendo estudios que vinculan a diversas entidades con la industria armamentística (y con armas prohibidas como las minas antipersona). Entre los implicados, están los gigantes BBVA y Santander. El presidente del segundo no dudó en negar la mayor, asegurando que las empresas en las que invierte el Santander no vulneran los derechos humanos.
Por su parte, el presidente del BBVA, Francisco González, intentó relativizar las inversiones en empresas armamentísticas, asegurando que:
Ya sé que cuando uno financia a una compañía que produce armas la primera sensación es negativa, y lo comprendo y lo comparto. Pero también muchas veces la detención [sic] de armas lo que busca es la paz.
Sin embargo, el informe Don’t bank on the bomb ofrece una relación de las empresas en las que el Santander y el BBVA han realizado inversiones, empresas que están vinculadas en la fabricación de armas nucleares. El informe, que detalla entidades de todo el mundo, apunta a Holanda y Suecia como los países donde más entidades financieras se están negando a participar de empresas que financien o fabriquen armas nucleares, bombas antipersona y bombas racimo.
La reacción de estos gigantes a campañas de BBVA sin armas, Banco Santander sin armas y el Observatorio de la Deuda en la Globalización demuestra que la difusión de las operaciones éticamente cuestionables de la gran banca les pone nerviosos, poniendo fin a las actividades en las que son «cazados», pero sin llegar a modificar su política general, su línea de actuación o líneas rojas que no volver a traspasar, dejando así abierta la opción a repetir este tipo de inversiones de jugosa rentabilidad y dudosa responsabilidad social y medioambiental.
La mayoría de edad de las finanzas éticas
Bueno, bien, entonces llegamos a un punto en el que ya tenemos «conciencia de la mierda», como diría Claudio Naranjo, pero ¿existen alternativas? Pues sí, y algunas las presenta el documental ‘Con tu dinero’. Dirigido por Iker Espúñez para Setem Hego Haizea, este trabajo que se presentó a principios de 2013 aborda no solo el estado de la mala ética bancaria, sino las opciones que empiezan a abrirse camino en nuestro país, a raíz de grupos sociales y personas que decidieron que «con mi dinero no» querían que se financiase la industria armamentística y proyectos cuyo afán de lucro tirara por la borda los derechos humanos y el cuidado al planeta.
Estas entidades de finanzas éticas son, mayoritariamente, cooperativas que proporcionan créditos a proyectos con fines sociales. En España están a punto de cumplir la mayoría de edad, porque es en el año 1996 cuando surgen, de la mano de Coop 57. Como explica IC en El blog salmón, «su finalidad es financiar iniciativas de la llamada economía social y solidaria», pero sin estar sujeta al Banco de España, puesto que no es una cooperativa de ahorros y crédito con ficha bancaria. Coop 57 permite ahorrar, realizando aportaciones como socios, y también financia con préstamos a medio y largo plazo, anticipo de subvenciones de administraciones públicas, intercooperación…
En la actualidad, Coop 57 forma parte del banco Fiare, que nace tras la convicción de más de medio centenar de organizaciones sociales de poner en marcha, en 2005, un proyecto colectivo de banca ética. La primera oficina abrió sus puertas en Bilbao.
Sin duda, la alternativa que a día de hoy más se conoce es la de Triodos Bank, ya mencionado en dos ocasiones en este blog, pero no es la única: también podemos contar con GAP Madrid, Oikocredit, el Proyecto Jak (que a día de hoy no existe en España), Banca Ética Populare… En la web finanzaseticas.org así como en esta entrada de El blog salmón hay información sobre las mismas. También en el documental ‘Con mi dinero’, que puedes visionar más abajo.
En definitiva, la toma de conciencia y la responsabilidad las podemos seguir cultivando en todos los ámbitos de nuestra vida, también como consumidorxs e inversorxs. Es un ámbito en el que ya hay personas que han abierto caminos a explorar con interesantes frutos y alternativas que se adecúan a un modelo de vida distinto al que nos arrastra el sistema capitalista.
La «conciencia de la mierda» puede precipitarnos a la resignación, a tirar la toalla y renunciar al cambio por lo «inalcanzable» del ideal que nos dibujamos en la cabeza. Pero como decía Lao-Tse, «un viaje de mil millas comienza con el primer paso». Y también está la confianza y la esperanza, que se sustentan solo si las podemos cultivar en el día a día. Eduardo Galeano lo escribió con unos versos que recoge el documental ‘Con mi dinero’:
Al fin y al cabo, actuar sobre la realidad y cambiarla
aunque sea un poquito,
es la única manera de probar
que la realidad es transformable.
Foto principal de Dominik Meissner
Deja un comentario