¿Un rayo de luz irrumpe en la densa oscuridad? ¿La escalada de fraudes institucionales, políticos y financieros de la que venimos siendo testigos nos sitúa aún más lejos de la salida o quizá el cambio nunca ha estado tan cerca? ¿La conciencia de la mierda como derrota, o como el mejor abono de la naturaleza?
Ante una realidad de tantas dificultades sociales y tanto sufrimiento en el entorno próximo, Claudio Naranjo (psiquiatra, filósofo, escritor, terapeuta gestáltico y creador del programa SAT entre otras muchas facetas profesionales) fija su atención en la conciencia de la persona, y en cómo se está registrando un cambio de conciencia de una masa crítica, que propiciaría una transformación social. Lo mejor que puede ocurrir, concluye el doctor Naranjo, es que se hunda el barco (el sistema financiero-político actual).
Y con todo, el maestro suena optimista.
Escuchar a Claudio es un placer. A sus 80 años, el conocimiento que acumula como gran lector, apasionado de las artes y, sobre todo, Buscador, le habilita como un excelente narrador de historias: la de las biografías de cada unx, y también narrador de la Historia.
Sin embargo, pocas veces había escuchado al Claudio Naranjo político, entendido este término como el «arte de organizarnos como sociedad». Hasta hace un par de semanas. Con la misma precisión con la que disecciona el carácter neurótico a través del eneagrama, el jueves, 24 de enero de 2013 Naranjo nombró los acontecimientos de la realidad social, con esa virtud perlsiana de «llamar a las cosas por su nombre». Fue en el Centro Conde Duque de Madrid, dentro del ciclo Encuentros con lo sutil, donde presentó sus dos últimos libros: La revolución que esperábamos y Ayahuasca, la enredadera del río celestial (ambos publicados por ediciones La Llave).
Por su interés, recojo a continuación algunas de las reflexiones del maestro, las referidas al cambio social que vivimos (la agrupación bajo cuatro epígrafes es mía).
El Mar Rojo del siglo XXI
«La gente está despertando, la revolución de la conciencia va más allá que una revolución del pensamiento, una mera revolución ideológica. La comprensión es una cosa más vivida, es un darse cuenta de cómo son las cosas. La conciencia ha estado muy postergada en el mundo. Toda la acción política, por ejemplo, es una acción que ha tratado de arreglar los males del mundo sin recurrir a la conciencia, pasando por alto, un intento de manipular el mundo sin ayudar a que la gente se vuelva consciente, sea capaz de funcionar bien, primero como individuos. No vamos a tener una sociedad sana y virtuosa mientras no tengamos individuos más sanos, más virtuosos, mejores.»
«Así que la revolución de la conciencia la entiendo yo como algo que ya ha estado ocurriendo, que está en el espíritu de la época, que es parte de la revolución terapéutica, que no se restringe a la revolución terapéutica…, que es una necesidad social un poco como el cruce del Mar Rojo en los tiempos bíblicos. [… E]s una necesidad colectiva de que muchas personas hagan esta transformación. No se salva la sociedad si no hay masa crítica de personas que ven de otra manera.»
El poder de la deslegitimación
«[F]alta la conciencia de la mierda, porque es eso lo que nos podría salvar, y es lo que nos está salvando políticamente porque lo mejor que está pasando hoy en día es que ya nos damos cuenta suficientemente de cómo van las cosas en el mundo como para no creernos los cuentos que nos han contado. Antes se creía la gente que había gobiernos que tenían buenas intenciones, y que eran nuestros representantes, y que bastaban. Y ahora está a la vista que no es así, se está deslegitimizándose el poder.
El poder es lo único que no ha cambiado a través de milenios. Han cambiado las máscaras. El poder está derrumbándose, por deslegitimación, no nos creemos el cuento, porque ya no nos entusiasma eso que se glorificaba a través de milenios, eso que se llamaba civilización. Se está entendiendo que la crisis que estamos viviendo no es económica, sino de todas las ideas que están detrás de la crisis económica, comenzando por el fundamentalismo económico y otras ideas también. Entonces se está cayendo el sistema. La gente ya no se entusiasma con la bella retórica que se ha usado durante mucho tiempo. Y el poder de la deslegitimación es un poder más fuerte que los despóticos.»
Economía racional
«Hoy en día decimos que no tenemos déspotas. Vivimos solamente una dictadura económica, pero que no se ven cabezas. Se le echa la culpa a las leyes del mercado como si fueran un sistema matemático el que causa el sufrimiento. No se ve el juego que hay en decidir el que sea las leyes del mercado las que nos gobiernan.[…] La economía científica se basa en la idea de que lo económico es un sistema cerrado. Pero la ciencia moderna no ve sistemas cerrados en ninguna parte, todo está interrelacionado con todo. Son sistemas abiertos.
Si hubiera una economía científica en el sentido de una economía que toma en cuenta los nexos de las transacciones económicas con el ecosistema, con las necesidades humanas, que vea en qué mundo se inserta el comercio… Si se viera eso en la ecuación matemática, se vería inmediatamente que la economía es la causa de asesinatos masivos que ocurren a cada rato porque con subir los intereses de ciertas secciones en la bolsa, quedan sin comer masas ingentes en África que no pueden ya con el precio de los alimentos. Los economistas no están educados para entender. Porque la razón no basta.»
El inconsciente político
«Nuestra conciencia está restringida […] porque nos desconectamos del sano instinto animal que necesitamos para vivir bien, porque no se puede vivir desde la razón, no se puede vivir desde nuestro computador interno, la vida es demasiado compleja. Necesita decisiones intuitivas, hasta los hombres de negocio lo saben. Pero la conciencia sutil no es sólo comprender al animal reprimido.
Hoy en día que el inconsciente ya no es freudiano (como de la represión de que somos agresimos, de que somos sexuales), ni tampoco es un inconsciente solamente jungiano (que hemos rerpimido nuestra conciencia espiritual). Tenemos un inconsciente político: no nos damos cuenta del mundo en el que vivimos, no nos damos cuenta de la aberración de lo que ocurre en nuestro entorno porque hay una mentira de tal nivel, espesor, que se condena mucho la verdad. [… E]s una virtud muy cohibida, nunca ha sido tan escasa. Los cristianos primitivos tenían eso y por eso murieron mártires. Pero hoy en día la conformidad está triunfando en el mundo.
Y yo veo con buenos ojos que se está produciendo un destape de la conformidad. En el mundo de la educación y en otros mundos también. […] Y eso es lo bueno que está pasando, estamos sufriendo un poco más, pero es productivo… Estamos más descontentos pero algo bueno puede salir.»
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