Si tu vida está patas arriba y te planteas que la única solución que queda es cambiarlo todo, es probable que prefieras quedarte en la cama. Giros tan dramáticos pueden asustar. Para ser feliz (que es el camino que queremos andar todxs), póntelo fácil.
Comienza por el aquí y ahora, lo que tienes entre manos, el momento presente. Respira. El mundo sigue girando y tú estás aquí. Vuelve a respirar. En la medida en que encuentres equilibrio en este momento presente, te estarás situando en el ojo del huracán, ese lugar en el que el viento no arrastra y hay calma. Es importante encontrar el punto de apoyo interno, localizar el ojo del huracán dentro de ti para esperar ahí a que el ciclón pase a ser tormenta tropical, y luego acabe calmándose.
¿Cómo buscas el ojo del huracán? Fácil: inspira y espira, sin modificar el ritmo de tu respiración, simplemente tomando conciencia de cómo es tu respiración aquí y ahora. Hazlo varias veces, y escucha las sensaciones que llegan desde tu cuerpo: agitación, cansancio, relajación, te das cuenta de que la forma en que estás sentadx no te resulta cómoda, la corriges, opresión en el pecho, dolor en las tripas, nudo en la garganta, expansión, dolor de cabeza…
Pueden emerger sensaciones y también emociones. Si luchas contra ellas, te lo pones difícil. ¿Consigna? Estamos buscando lo fácil, hazlo fácil: acepta las sensaciones y respira, respira para no irte con la cabeza a teorías sobre qué quiere decir la molestia en la garganta, el dolor de cabeza, si estoy muy mal, si soy la persona más loca del mundo, etc. Ojo, ahí la mente te lleva por su camino favorito: el de lo difícil. No. Fácil, insisto, inspira y espira, y vuelve a lo que se esté dando. Si eres capaz de estar cinco minutos en contacto con la respiración, utilizando ésta como ancla para mantenerte en el presente, probablemente las sensaciones se modulen, varíen o hasta desaparezcan. Fácil.
Caballos salvajes
¿Qué hacer si se mantienen e incluso incrementan? Entonces están pidiendo paso, y eres tú quien las mantiene bloqueadas; las emociones son caballos salvajes que necesitan de libertad para calmarse. Si las intentas domesticar, no te van a dejar en paz. A veces, incluso el hecho de mantenerlas encerradas las intensifica aún más. He visto procesos terapéuticos en los que la intensidad emocional era una distorsión del verdadero sentir del corazón. También lo contrario: personas que mantienen a sus caballos tras siete candados, con lo que su expresión es un susurro de su verdad emocional.
De cualquier forma, una vía que facilita la expresión emocional liberadora es la escritura: su gran contención permite utilizarla de forma catártica. Echa en ella todo lo que te pase: escribe las sensaciones que registras en el momento, y cualquier idea que venga asociada con ella (ej: qué dolor de cabeza, voy a acabar como mi madre que…), pensamientos, recuerdos, temores, miedos, versos, poemas, historias… La escritura es como esas áreas de frenado de emergencia que puedes encontrarte en los puertos: ayudan a parar el coche cuando conduces sin frenos. Calman a tus caballos salvajes.
El poder terapéutico de la escritura lo han experimentado prácticamente todas las personas con las que he trabajado en talleres enfocados a la misma. Digo «prácticamente todas» porque a veces esa área de frenada nos deja, al parar, en contacto con algo doloroso, una herida que ya estaba ahí. Y no siempre una persona acepta el dolor como parte de la vida. Incluso para acoger esta verdad, la de que la vida también duele, creo que la escritura es buena.
Y por supuesto, fácil: cuando escribas con el objetivo de buscar el ojo del huracán, muestra indiferencia por la ortografía, puntuación y cualquier atisbo de editar y corregir el texto. Al menos mientras lo escribas. Deja que tu mano se mueva incluso antes de saber cómo acabará la frase que inicia.
Se mostrarán, ante ti, línea a línea, las escaleras hacia el vacío, el vacío fértil, el encuentro con el punto 0, la «nada» que decía Fritz Perls, el ojo del huracán donde podrás contactar con la autorregulación organísmica, arraigar en tu ser y, por fin, volver al camino que todxs queremos andar. Fácil.
Fotografía de Wikipedia Commons
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