Existe una manera de poner en marcha más de 400 músculos a la vez. Y es a través de una carcajada. Algunos de ellos sólo se ejercitan con la risa, y están ubicados en torno al estómago. La risa (genuina) tiene un efecto relajador en el organismo, fortalece el sistema inmunológico y es contagiosa.
El humor, como (casi) todo en la vida, es un arma de doble filo. Puede ayudar a sanar y puede ayudar a enfermar. Lo segundo ocurre cuando se convierte en un caparazón para evitar cualquier experiencia de dolor, tristeza, frustración, ira…, anulándola, huyendo de la misma a través de la gracieta. Como quien en un entierro no puede parar de contar un chiste tras otro, aunque sea mentalmente
El humor sana cuando consigue que las experiencias de dolor, vergüenza, tristeza, ira, etc. sean más fáciles de encajar. La emoción original sigue, y el humor ayuda a que pese menos, facilita el tránsito por esa vergüenza, ira, etc. que la persona vive como difícil. El humor enferma cuando el volumen de chistes es de tal magnitud, que acaba por ocultar la propia realidad, y el humor pasa a reemplazarla.
Wiston Churchill dijo que el humor consuela a las personas de lo que son. Eso es: un calzador que ayuda a que el pie encaje en el zapato, ese zapato que es la vida y que a veces nos resulta angosto, y en otras ocasiones se nos queda holgado, según nos sentimos más pequeños o más grandes.
El humor puede ser una buena medicina reguladora. A veces escuece, sí. Si nos da en la herida, duele. Y es un dolor admisible que ayuda a que el corte cicatrice, y a que el tejido sane.
Humor como herramienta social
El humor también tiene la capacidad de canalizar las agresiones, la crítica, la indignación. Si la cadena de recortes brutales en los derechos sociales y el destape de toda esta la corrupción que campa a sus anchas a lo largo de las instituciones, si todo esto, digo, despierta un impulso agresivo, la tentación es responder con violencia, que a su vez será reprimida con más de lo mismo, conducirá a atropellos, devueltos con agresiones más crueles, etc. Y así hasta que se evidencie la ley de la selva, quien más fuerza tenga, ganará. Y esta «resolución» no será ni más, ni menos que una gestalt social inconclusa, pan para hoy y hambre para mañana, un asunto pendiente de resolver que arrastraremos hasta la siguiente ocasión. ¿Te suena?
Frente a la respuesta de violencia social, el humor atempera esa rabia, frustración, indignación…, dándole cabida a través de la ironía y el sarcasmo. La conciencia de la agresión perpetrada contra unx persiste, no es anestesiada. Precisamente su capacidad para expresar (y sacar) el impulso agresivo que las injusticias que vivimos generan, es lo que convierte al humor en un buen autorregulador organísmico, ya que evita así que acumulemos agresividad no expresada, y que ésta se pudra en el interior de nuestro organismo. Eso conduciría a una nueva gestalt inconclusa y a enfermar.
El humor no puede ser la única vía para expresar el impulso agresivo, porque la agresividad en ocasiones necesita de descarga física y descontrolada –en un espacio de contención–. Es una manera de vaciar por completo las tripas. Aparte de esto, el humor tiene un inconveniente a nivel comunicativo: la gracia no siempre es clara y explícita. Así que es saludable manejarse con formas más asertivas de denunciar, confrontar, poner límites…
En cualquier caso, algo tendrá el humor centrado en la crítica social que tan buena acogida tiene en estos tiempos. En kioskos, radios y televisión han surgido, o si ya existían se han asentado, publicaciones, secciones y programas que se nutren de la información política y económica de la actualidad.
Necesitamos reírnos de quien se ríe de nosotrxs. Necesitamos reír por no llorar. Necesitamos reír, necesitamos llorar, necesitamos enfadarnos, ponernos rabiosxs, necesitamos actuar y necesitamos reposar. La realidad cercana es tan dramática que el humor, en dosis que permitan mantener el contacto con la parte amarga de la vida, supone un descanso, ayuda a que queramos seguir adelante.
El humor también inspira nuevas formas de protesta. Así, en Portugal, hace un par de meses tuvo lugar un acto de presentación de un libro, al que asistía el ministro de finanzas luso. El surrealismo de la protesta, originalísima, es un magnífico espejo de la gestión insensata y deshumanizada que las autoridades están llevando a cabo con la crisis del capitalismo. No cuento más por si no has visto las imágenes. A continuación, el vídeo:
En definitiva, el humor en su dosis adecuada nos ayuda a estar en contacto con la realidad cuando ésta es dolorosa, dura, difícil de aceptar y vivir. También ayuda a canalizar energía agresiva. El exceso de humor impide vivir la vida, propicia que no nos enteremos de los aspectos que no nos gustan de la vida y que también son vida, y no siempre permite que podamos soltar toda la energía agresiva acumulada.
Cerremos, pues, con humor, riéndonos de esos aspectos internos con los que no siempre estamos en paz. Como dice el siguiente vídeo, ya sabemos que en toda familia hay fexs, traviesxs y consentidxs. ¿En toda familia? ¡En toda persona!
Algo más de humor tendremos en las próximas semanas. De momento, ¿alguna experiencia sobre el uso terapéutico del humor? Ya sabes que este blog sólo se enriquece con tus comentarios ;-).
Ahora sí, felices vacaciones para quienes las puedan disfrutar. Y buena semana para todxs. El domingo que viene, más.
Imagen de la entrada, Gerald Pereira
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