– Vaya, una tumba.
– Sí.
– ¿Eres la muerte?
– No, yo no hago desaparecer. Yo perpetúo.
– Ahm. Entonces… si no eres la muerte, ¿qué eres?
– Soy el secreto.
– Eres el secreto (¡!). Así que… tú tienes que saber muchas cosas.
– Sí.
– ¿Algo sobre mí?
– No de momento.
– Ok. Bueno, ehm… ¿cómo es ser el secreto?
– Agotador. Estoy muerto.
– Vaya, ¿y eso?
– Cargo con mogollón de información que la gente no es capaz de decirse entre sí.
– ¿Cargas? Yo pensaba que los secretos iban a la tumba y se perdían con el muerto.
– No. Más que un muerto, los secretos somos muertos vivientes.
– ¿Muertos vivientes?
– Sí, como zombies: te persiguen, no te dejan en paz.
– ¿Y por qué ibas a hacer tú eso?
– Porque los secretos generan más tensión. Y toda tensión necesita una resolución. Y mientras no se resuelve, queda pendiente, abierto, vivo, seguimos a los dueños para que éstos nos liberen de la tensión.
– No entiendo.
– A ver: ¿por qué alguien decide crear un secreto?
– ¿»Crearlo»? Bueno, nunca lo había oído en esos términos, pero supongo que si yo «mantengo» un secreto, en definitiva, sí, podría decir que lo estoy generando, que lo creo.
– Exacto. ¿Y para qué? ¿Para qué se crea?
– Me imagino que alguien decide mantener algo en secreto porque piensa que va a ser mejor para sí, que si cuenta a otra persona esa información va a resultar perjudicial o bien su vida estará en peligro, o le van a dejar de querer… Quizás va a generar conflictos y se los quiere ahorrar, o no quiere hacer daño a otra persona o no quiere sufrir, no quiere que le hagan daño.
– Es decir, que crean el secreto para no generar más tensión en sus vidas.
– Sí, para no hacerla más difícil, desastrosa, dolorosa. Para vivir con menos tensión, sí.
– Pero no es así. Un secreto genera más tensión.
– Eso lo dices tú, yo no estoy de acuerdo. Más bien yo diría que es la conciencia la que genera más tensión, habrá a quien la conciencia no le deje tranquilx por ocultar algo, por mantener un secreto, pero no creo que todo secreto genere tensión.
– ¿Un secreto en una pareja no genera más tensión?
– No tiene por qué, salvo que quien mantenga el secreto lo viva como algo «malo».
– ¿Estás seguro?
– Sí… creo que sí.
– ¿Y si el secreto rompe el pacto de la pareja?
– ¿El pacto?
– Sí, las parejas hacen pactos: relación abierta o cerrada, ver o no ver a relaciones anteriores, cómo y en qué gastar el dinero.
– No creo que muchas parejas tengan explicitado un pacto.
– Eso ya es llamativo. Pero pongamos que sí lo tienen hablado, y que alguien rompe el pacto, se lo salta a la torera.
– Ok. Y qué.
– ¿Qué crees que pasa en la relación?
– No sé. ¿Nada?
– ¿Nada? El vínculo se hace más débil. Quizá no sepan ponerle palabras a la sensación, pero ya no son transparentes, han roto el compromiso del pacto y eso se nota.
– Suenas moralizante. Solo te falta decir que es «pecado».
– No tiene nada que ver con eso. No es moral. Es energía, se palpa.
– Te refieres a que se nota en lo sutil.
– Eso es, en lo sutil. Las relaciones, y constantemente pasa en las parejas, se debilitan cuando no hay transparencia, porque entonces hay desconfianza.
– No creo que sea tan radical: si hay secretos, no hay confianza. ¡Entonces en todas las parejas hay desconfianza!
– No es si hay o no secretos en la pareja. Es hacia dónde quieren ir: ¿caminan hacia la transparencia o hacia lo opaco? ¿Suman cada día más secretos o son más transparentes? Es una decisión que toman día a día, en cada momento. Y eso fortalece la relación o la hace más débil.
– Ya. No es fácil apostar por la transparencia en la relación. La palabra que me viene es vulnerabilidad: ser honestx con la pareja implica mostrarse vulnerable. Muchas veces tiene que ver con mostrar la parte neurótica.
– Sí, muchas veces las parejas no son capaces de reconocerse vulnerables ante el otro, y prefieren guardar el secreto. Todo es poder, poder y poder; lucha de poder. Y la lucha de poder genera tensión.
– Bueno, pero se puede vivir con tensión. ¿Cuál es el problema? Aquí nadie es perfecto.
– La cuestión es que esa tensión se perpetúa.
– Hasta que uno muere.
– No si hablamos de los secretos. Los grandes secretos perviven en las siguientes generaciones.
– Por eso los llamabas «los muertos vivientes», ¿no?
– Exacto.
– Pero, ¿a qué te refieres con lo de «grandes» secretos? Hablas de los secretos como si los pudieras clasificar entre grandes, medianos, pequeños. ¡Eso suena ridículo!
– Que no eres el hijo biológico de tus supuestos padres naturales. O que uno de tus padres no lo es biológicamente. Eso son grandes secretos. Suicidios familiares ocultos a las siguientes generaciones. Esos son grandes secretos.
– Y tú dices que hay que pregonarlos a los cuatro vientos.
– No, yo digo que compartirlos con la persona afectada por el secreto resuelve la tensión del propio secreto, y así el vínculo puede volver a la relajación.
– Pero no siempre hay una persona afectada dispuesta a escuchar un secreto de forma respetuosa y receptiva. A veces desvelar un secreto genera más tensión: para la otra persona, para unx mismx, para ambas. ¡Puede acabar siendo mucho peor!
– Puede que sea así. Pero lo esencial no es eso: lo que ocurre es que resolver un secreto nos pone vulnerables.
– Sí, vale, nos pone vulnerables. Y la otra persona puede aprovechar la circunstancia y herir… O asustarse y herir.
– O también contagiarse de la vulnerabilidad.
– Sí, también se puede contagiar, pero insisto: a veces deshacer un secreto implica exponerse mucho, es un riesgo. Y no siempre conlleva un resultado saludable. Yo entiendo los límites, que una persona elija mantener un secreto es respetable. ¡Por algo nos cuesta dejarnos estar vulnerables! Probablemente porque ya tuvimos la experiencia de que al mostrarnos vulnerables nos hacían daño, se rieron, nos manipularon…
– Y esa no puede terminar siendo la solución: guardar secretos enferma, a uno y al vínculo.
– Pues si contarlo al otro no es una opción y guardarlo enferma, ¿entonces qué?
– Entonces hay que buscar una forma de expresarlo, de sacarlo afuera.
– Sin que la otra persona tenga por qué enterarse.
– Eso es. En la consulta te habrá pasado: la gente cuenta secretos.
– Sí. Y no siempre terminan revelándolos a quienes se ven afectadxs por ellos.
– Sí, pero ya contarlo en la consulta libera a la persona del peso del secreto.
– Las consultas son contenedores de secretos, sí.
– O más bien, incineradores. El secreto se purifica cuando, contando el mismo, la persona empieza a hablar de las emociones que estaban silenciadas con el mismo, las alianzas por las que se sentía obligada a mantenerlo, la exigencia o el miedo tragado ante lo que ocurriría si lo contase.
– Sí… Y a veces ocurre que la persona luego puede decir más fácilmente fuera de la consulta eso que callaba. No siempre. Pero a veces sí.
– Y no pasa nada.
– Bueno, sí puede pasar… A veces revelar un secreto genera tensión, incluso tragedias. Imagino que también depende de con qué intención se cuenta un secreto.
– Eso es. Si se hace desde la vulnerabilidad, para sanar, cerrar o para agredir, perpetuar desde la rabia.
– Ya. Y es verdad que a veces, al contar un secreto, se genera cierto revuelo, pero la persona que suelta el secreto gestiona la situación desde otro lugar, con más seguridad. Sobre todo gracias al peso que se quita.
– Y que me quita.
– Supongo… Entonces sana sacar el secreto.
– Sí, resolver el secreto. A veces es a través de una persona ajena, como los terapeutas. Y a veces es por escrito para después quemarlo, o a través del baile, la pintura…
– En la película ‘2046’, se lo contaban a un árbol.
– También. Y a veces se acaba diciendo a la persona que incumbe el secreto.
– A veces. Y en este caso, queda que se haga desde lo vulnerable o no.
– Sí.
– Y si se hace desde lo vulnerable y la otra persona se deja sentir vulnerable… entonces la tensión del secreto se resuelve.
– Sí.
– Y la naturaleza vuelve a su estado de reposo.
– Sí. Y yo vuelvo a descansar.
– Claro.
– Claro.
– Bueno, un placer esta conversación, secreto. Que descanses en paz.
– Adiós.
* El secreto no habla con ‘equis’.
Texto de la película ‘2046’ (Wong Kar-Wai):
Subían una montaña, encontraban un árbol, escarbaban un hoyo y gritaban en él su secreto.
Luego lo tapaban con barro para que no llegara a oídos de nadie.«
Fotografía de John .
1 Comment
Leave your reply.