¿Qué tal llevas los propósitos de Año Nuevo? Sí, lo siento. Es la primera entrada que publico de este 2013, y no he podido evitar hacer la pregunta del millón. ¿Qué le voy a hacer? Me apetece saber si estás cumpliendo esos objetivos de: este año voy a buscar momentos en los que pasarlo bien haciendo cosas que me gusten, voy a quedar más con personas que quiero y menos con las que no quiero, voy a dejar mi hábito de refunfuñar (incluso cuando lo que me apetece es reírme)…
¿Y esas caras? ¡No me digas que volviste con los propósitos de bajar de peso, aprender inglés (o alemán), hacerme un curso de community manager! ¿Y qué hay de los pequeños y profundos propósitos, de ésos que te van a permitir conciliar la complicada situación económica actual con una sensación de abundancia interna?
Todxs (o casi todxs) deseamos la prosperidad. Fíjate en la definición que ofrece el diccionario de María Moliner respecto a la palabra próspero:
se dice de lo que se desenvuelve favorablemente, haciéndose cada vez más rico o poderoso.
¿Quién no desea un corazón, un ánimo, un espíritu, llámalo como quieran, más rico y poderoso? Abundancia y poder, en lo físico y en lo intangible que tanto pesa en nuestras prioridades. Ya habrá tiempo para hablar de lo económico y material. Hoy enfoquemos lo interno.
Tanto a nivel social como individual, afrontamos una etapa de desconcierto, muchas personas tienen la sensación de estar perdidas, sin tener muy claro qué quieren hacer con sus vidas. Las referencias previas se han desplomado. No parece haber motivación. El momento se vive como una nada inquietante y angustiosa. Es lo que Fritz Perls llama el «vacío estéril». En su libro Terapia gestalt: teoría y práctica lo define así:
Experimentamos un terror tremendo cuando sentimos la nada. En nuestra cultura, la nada es la inconsciencia; para nosotros es el equivalente del vacío. En nosotros, la nada equivale a que allí no hay cosa alguna, por estar vacío, por estar perdido. Así pues, para evitar ese vacío llenamos el hueco artificialmente con toda clase de compensaciones excesivas, con verborrea, con síntomas, o bien lo evitamos por completo y nos convertimos en autistas catastróficos.
También creamos al mismo tiempo una fijación en nuestros sistemas. El temor de la nada es tan tremendo que nos apegamos desesperadamente a lo que es. Lo trágico de esto consiste en que […] cuando la energía dinámica de nuestro organismo se gasta en esta conducta evasora, no queda energía que pueda ir al hueco y convertir el vacío, o el hueco estéril, en un vacío creador.
De nuevo las polaridades. Vivimos el vacío aferrándonos a uno de sus extremos, lo estéril, donde dejamos de respirar, nos congelamos, nos aferramos a que no tenemos y (por tanto, según nuestro razonamiento enfermo) dejamos de ser. Personas sin trabajo, personas sin relaciones de pareja, personas con cambios bruscos en muchos ámbitos afrontan ese duelo que transita por el vacío. ¿Vacío estéril? No, no tiene por qué ser así.
Vacío próspero
Como explica Paco Peñarrubia en su libro Terapia gestalt: la terapia del vacío fértil, Perls confronta esta vivencia de vacío estéril recordando que se trata de «una nada donde no hay cosas, pero sí conciencia», «hay únicamente proceso, transcurso», rescatando esta enseñanza de las tradiciones espirituales orientales. Desde ese vacío que nos despoja de lo mecánico y no genuino, nuestro organismo tiene la oportunidad de expresarse con libertad, su conciencia estará más abierta para percibir lo que ocurre ante sí. Como dice Claudio Naranjo, «nos encontraremos con nosotros mismos en otro nivel de autenticidad» (‘La búsqueda’).
Pero, ¿cómo acompañarnos en esta senda de vacío en busca de mí mismx? ¿De qué manera, en un mundo que nos invita de forma tan violenta a la dependencia y el autoabandono? Es importante empezar a fortalecer el músculo interno de la orientación (¿no se lo pidieron a los Reyes Magos? Es su regalo estrella: ¡son reyes de Oriente!).
Aquí planteo una serie de prácticas que permiten adquirir una brújula interna, y que rescato de diversas fuentes: las referidas a la escritura y los aspectos artísticos corresponden a Julia Cameron, y su libro El camino del artista, y Natalie Goldberg; a mí me han funcionado. Quizá puedas incorporar algunas, o te inspiren otras distintas que te resulten más valiosas. En cualquier caso, con libertad. Si alguna de las propuestas te genera mucha resistencia, investiga, que ahí hay miga:
– escribir a diario: el diario de notas es una de las herramientas más poderosas para contactar con la sabiduría propia, con esa guía interna que tiene más conocimiento del crédito que le otorgamos, y que tan solo pide ser escuchada con detenimiento. Para eso está la escritura: por la mañana o por la noche. Por la mañana permite clarificar la mente, dar forma a los objetivos y retos de la jornada, aclarar los pensamientos, echarles unos chorros de agua de forma que se refresquen y nos saquen de la pesadez o enfado en el que nos podamos haber despertado. Por la noche ayuda a integrar lo acontecido durante la jornada, digerir aquellas situaciones que no supimos cómo afrontar, y degustar las que sí. Libera la mente para que navegue ligera por los sueños. La escritura permite desahogarnos, volcar lo que nos pesa en un contenedor externo a la cabeza. Ahora es la mente la que descansa. Algunas referencias de estas técnicas aconsejan escribir 3 páginas diarias, mientras que otras apuestan por marcar un tiempo (30 minutos, por ejemplo).
– caminar por la vida: los paseos permiten conectar con las sincronicidades que se van presentando. Su objetivo no debe ser otro que el mero hecho de pasear, pudiendo contemplar los acontecimientos en su pequeño detalle, el transcurso del devenir de los sucesos, el cielo encapotado, aquel claro por el que asoman unos rayos de sol, la caída de las hojas de los árboles, un perro esperando a su dueña a la puerta de una panadería… Los paseos ayudan a calmar el paso interno. Ayudan a salir de «mi realidad» y a ampliar la mirada, descubriendo el horizonte y la amplitud de todo aquello que no es ese problema. Vemos con más profundidad, empezamos a encontrar sentido a cuestiones que habían pasado desapercibidas, nuestro corazón empieza a descansar. Aprovecha de vez en cuando para pasear escuchando el sonido del ambiente, el ritmo de la vida.
– recreo artístico: utilizo el término arte como sinónimo de disfrute dionisíaco, loco y libre. Arte es bailar, arte es cantar en la ducha, pintar, cocinar, construir… Todos tenemos la posibilidad de disfrutar con alguna actividad, disfrutar, digo, un regalo para nuestrx niñx interior, dejar que tenga su momento de recreo y se exprese. Arte es disfrutar del arte de otras personas, y también es bueno que empecemos a dar expresión a al nuestro propio, liberar la sombra que llevamos dentro de juicios, represión, vergüenza y culpa, permitiendo airearla a nuestra manera, pudiendo reírnos un poco de ella, sacar ira cantando un tema de rock…
– ábrete al encuentro: estar hartx del mundo, en ocasiones, tiene que ver con que siempre se transita la misma calle: la de la amargura. ¿Cómo te muestras al mundo habitualmente? ¿Qué tal si te planteas un cambio como juego? Dejar de escuchar tu transistor interno que te asegura que el mundo es así, que las personas son asá, que lo que se pueden esperar de uno y otras es aquello. Para un momento. Seguro que tienes una idea fija de este último punto: ¿en definitiva, qué es lo que puedes acabar esperando de las personas? ¿A qué se reduce todo? Descubre tu idea fija. Ahora que ya tienes esa referencia, prueba a establecer dos escenarios que ir comparando, como si jugases a las 7 diferencias: en el primero lo que piensas de la vida y lo que te va a deparar, lo que piensas de la persona que tienes delante y te va a deparar, etc. Y en el segundo, empieza a abrir un espacio en el que observar lo que en realidad también ocurre. Los encuentros, desde tus seres queridos a aquella persona que te cruzas por la calle, también te ayudarán a transitar el vacío si son vividos sin el filtro de tu mente.
– silencio: ¿han probado alguna vez a meditar? La meditación la puedes ubicar en lo más alto del Everest, y también la pueden entender como esta propuesta que me encontré por internet, algo mucho más asequible. Si no has probado nunca, creo que te resultará interesante.
En definitiva, podemos afrontar una situación de economía (o cualquier ámbito de cambio) inestable compensándola con un mundo interno próspero, rico y poderoso: riqueza de existir, poder de conocerse.
Fotografía principal de Verino77 (flickr)
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