Los sueños nos acompañan cuando dormirmos; los recordemos o no, cada noche tenemos entre cuatro y cinco (hay quien lo amplía a un margen de tres a seis). Se construyen a base de detalles y/o experiencias que hemos contemplado o vivido recientemente, formando una nueva y misteriosa combinación en la que también entran en juego otros acontecimientos más antiguos y hasta elementos cuya procedencia no sabríamos identificar. Desde situaciones prosaicas a experiencias (casi) inimaginables, todo cabe en el mundo de Morfeo.
¿Cuál es la función de soñar? ¿Cuál es su fin tan relevante como para que en la evolución de las especies la humana conserve la capacidad de soñar, la cual compartimos con otros animales?
A nivel cognitivo, los sueños nos ayudan a «fijar la información que obtenemos a partir de nuestras experiencias durante el día». Así lo recoge Ángeles Martín en el arranque de su libro ‘Los sueños en psicoterapia gestalt‘ (Descleé de Brouwer), uno de los pocos textos en castellano que existen sobre sueños y gestalt. Y son varios los estudios que vinculan el soñar con la capacidad de memorizar.
Claro que en sentido estrictamente terapéutico, los sueños nos permiten darnos cuenta de aspectos que rechazamos en nosotrxs mismxs, sean éstos emociones, pensamientos o deseos (es lo que Ángeles Martín nombra como «hacer consciente lo que es inconsciente»); en este incremento del percatarnos de lo que nos pasa internamente, los sueños ofrecen la posibilidad de desarrollar la espontaneidad, el impulso que responde a las necesidades y deseos propios y no tanto a las exigencias y demandas de fuera. Y por último, los sueños también nos ayudan a responsabilizarnos de nuestra vida gracias a la oportunidad de elegir que el sueño manifiesta a través de la escena que plantea, y los distintos elementos que la integran.
Fritz Perls, descubridor de la terapia gestalt, defendía que todo lo que aparece en la experiencia onírica forma parte de la persona que lo sueña. Es decir, que tú no solo eres tu persona, ese «tú» que aparece (probablemente) protagonizando el sueño, sino que también eres el resto de personas que te encuentras en el mismo (sean personas «normales» o bien seres fantásticos, como brujas, fantasmas, monstruos…), y también los animales, plantas, objetos, escenarios… Tú eres todo lo que hay en tu sueño. Todo lo que emerge en tu creación onírica te pertenece, y por tanto representa distintos aspectos de tu persona.
Recordemos que en la terapia gestalt el trabajo de conciencia consiste en percatarse (con opción a posteriormente integrar) aquellos aspectos de unx que nos resultan difíciles de aceptar (bien porque socialmente no están bien vistos –soy agresivx–, bien porque en nuestro entorno más próximo se nos censuraron –en mi casa no se permitía ser tiernx y a mí a día de hoy me cuesta demandar y ofrecer ternura–). Es decir, la sanación pasa por reincorporar aquello que rechazamos de nosotrxs mismxs. Es a través de la aceptación como podemos dejarnos más en paz, y al poner fin a la guerra interna, disponer de más energía hacia la realización completa de una nueva acción.
¿Cómo se juega todo esto en un sueño? Si todo lo que sale en el sueño eres tú (puesto que es tu creación), podemos asumir que el personaje que «juega» tu yo del sueño representa aquellos aspectos tuyos con los que más familiarizadx te sientes: las actitudes, pensamientos y sentimientos que más fácilmente aceptas de ti. Es decir, lo que menos te cuesta reconocer en ti a día de hoy, es lo que probablemente representará el «tú» de tu sueño. A partir de ahí, el resto de aspectos internos de tu persona los repartes entre los demás elementos que se presentan en el sueño. Es una simbolización calcada del proceder de nuestro estado neurótico: por ejemplo, si piensas «¿yo agresivx? ¡Para nada!», estás rechazando una parte de ti (la energía agresiva, que usada de forma saludable es la que te permite poner límites y defender lo tuyo); esa parte que sí te pertenece y que niegas en el estado de vigilia sí tiene su lugar en el sueño: así, en tus creaciones oníricas el hacha y los deseos de pegar, quizá, se los «colocas» al ogro, mientras que a ti te visualizas como alguien pacíficx, por ejemplo.
Por tanto, el sueño, a través de todos los elementos que lo protagonizan, nos permite realizar un trabajo con las polaridades internas: empezar a contemplar aquello que sí acepto de mí, y también aquello escindido, alienación, por cierto, que supone un alto coste energético (mantener «oculta» una parte de unx mismx requiere el esfuerzo de taparla y que no se vea). Son los conflictos internos los que nos impiden encontrar reposo en nuestro interior, tranquilidad y quietud. La pipa de la paz la traen las palabras de Perls: «soy mitad hijo de dios, mitad hijo de puta».
Si todo lo narrado hasta aquí tiene que ver con la conciencia, la espontaneidad que nos descubre el sueño consiste en poder incorporar a la vida los aspectos que manifiestan los distintos elementos del sueño, actitudes con las que no estamos tan familiarizados y que bien podemos estar necesitando en nuestro momento presente (como soltar los problemas ajenos que nos ahogan, despedir lo que ya no está en nuestra vida y a lo que querríamos aferrarnos, encontrar la mirada propia de aprecio y valía…).
Y desde la experiencia de saber que podemos responder de diferente manera a una misma situación (cada elemento del sueño vive la misma escena de una forma distinta), descubrimos que podemos elegir cómo reaccionamos ante los acontecimientos de la vida, lo cual nos ayuda a desarrollar la responsabilidad: me hago cargo de cómo gestiono esta situación porque me reconozco con la libertad de haber elegido.
Mensajes existenciales
Estos tres pilares (conciencia, espontaneidad y responsabilidad) de la terapia gestalt son los mismos con los que enfoca los sueños. Y para ello, las experiencias que nos ofrecen nuestras creaciones oníricas no son triviales. Todo lo contrario: los sueños presentan asuntos pendientes que arrastramos en la vida (experiencias en las que no pudimos legitimar o satisfacer nuestra necesidad), también aspectos del momento presente que más nos cuesta afrontar. Y en un plano más profundo, los sueños reflejan cómo estamos con nuestra vida en el momento actual, o en palabras de Fritz Perls, los sueños son un mensaje existencial: «le dice al paciente qué situación vive y especialmente cómo cambiar la pesadilla de su existencia en un darse cuenta de qué lugar histórico ocupa en la vida».
Por supuesto, ésta es la visión gestáltica de los sueños. Existen otras muchas propuestas de trabajo de los sueños (la vía psicológica la abrió el psicoanálisis, después se sumó el análisis de Jung, y variaciones y combinaciones de estas dos con el enfoque gestalt), y así en las librerías disponemos de diccionarios que enseñan a interpretar los sueños en funcion de los elementos que salen en los mismos. Estas propuestas ofrecen una vía de exploración pasiva, simplemente hay que «traducir» cada objeto, situación o personaje del sueño para entender su significado, cuyo sentido es universal para cualquier persona que sueñe algo similar.
En la gestalt, sin embargo, el trabajo con los sueños requiere de una experiencia e implicación activa de quien lo crea. Así, solo quien ha tenido el sueño podrá hallar el significado del mismo, el resto de lecturas podrán aproximarse más o menos, pero es la persona soñante quien podrá descubrir el misterio que atesora su sueño, desenmascararlo y apropiarse de un significado que tenga sentido para ella. Por tanto, en gestalt no se interpretan los sueños, se vivencian, y el terapeuta se limita a observar si su cliente aborda su sueño desde la experiencia o desde una idea predefinida de lo que significa, una concepción no vivencial.
En los talleres de sueños a través de la escritura expresiva, he constatado cómo cualquier persona puede bucear en sus sueños, aprendiendo a «encontrarse» a sí mismas en un momento de cambio vital en que se sentían perdidas, o bien empezaron a integrar una energía vital que tenían apartada de sus vidas (llámese agresividad, diversión, dolor por heridas pasadas) y a despenalizar actitudes propias que vivían con mucha carga emocional (el juicio a aspectos propios hacía que les resultara más difícil poder desbloquearlos y propiciar un avance, una evolución a otro ámbito en sus vidas). Todo el mundo inició o continuó un camino de crecimiento a través de sus sueños, y todas las personas lo llevaron a cabo sin importar la experiencia previa o no con lo terapéutico. Es decir, el beneficio del trabajo con los sueños es universal.
[infobox last_column=»true» color=»blue»]Descubre los beneficios de la escritura expresiva con ‘¡Otra forma de escribir!‘[/infobox]
Coincido con Jeremy Taylor, experto en el trabajo con sueños en ámbitos comunitarios y terapéuticos, en que «todos los sueños vienen al servicio de la salud y la integridad», y que ningún sueño se limita a decir a su soñante lo que ya sabe, sino que siempre aporta nueva información. Las creaciones oníricas se convierten así en una fuente de sabiduría al alcance de cualquier persona. También de quienes «no sueñan»: la experiencia con estas personas es que un sencillo ejercicio y su voluntad fehaciente de tener un encuentro directo con su mundo interior permite que vuelvan a recordar los sueños.
Y suscribo la percepción de Taylor, así como de Ann Faraday, por citar dos autorxs que han investigado abundantemente los parajes de Morfeo, de que los sueños tienen múltiples lecturas (conflictos internos, conflictos externos, manifestación de deseos, premoniciones…). De hecho, ya solo gestálticamente un sueño ofrece muchas opciones de ser abordado. Y lo interesante está en empezar por aquello que destaque más para la persona soñante, en general, o para su terapeuta en ciertas ocasiones. Creo, por tanto, que es infértil la discusión sobre qué enfoque terapéutico es el que más se aproxima a la «verdad» del sueño, puesto que creo que la mayoría pueden ser muy válidos: un sueño puede hablar a la vez de un problema de salud, un conflicto emocional y un conflicto interpersonal. Ahora, desde mi experiencia del trabajo con la terapia gestalt, sé la valía y también la necesidad que existe de este trabajo con las creaciones oníricas, y desde ahí defiendo la apuesta gestáltica.
Creatividad y sociedad
Por supuesto, los sueños también han supuesto una fuente extraordinaria para la creatividad: los avances científicos y técnicos también han llegado de la mano de Morfeo. Así, Albert Einstein tuvo el primer atisbo de su teoría de la relatividad en un sueño, la misma fuente de inspiración que Elias Howe al idear la máquina de coser (su sueño con los caníbales cuyas lanzas tenían agujeros al final de las puntas es memorable). Y en el ámbito artístico, ‘Dr. Jekyll y Mr. Hyde’ y otras novelas de Robert Louis Stevenson, composiciones de Mozart y Beethoven, el ‘Imagine’ de John Lenon… nacieron en el mundo de los sueños.
En el plano social, Taylor trabajó los sueños en grupos con conflictos interraciales, demostrándose una herramienta sorprendente para propiciar los encuentros y reconciliaciones, el hermanamiento en comunidades conflictivas donde hasta entonces los prejuicios suponían una brecha insalvable.
Más alejada en el tiempo y también sumida en un debate antropológico intenso sobre su veracidad, se encuentra la tribu asiática senoi, en Malasia, que destacaba por la ausencia de conflictos y enfermedades mentales. Se dice que las familias senoi cada mañana compartían los sueños que habían tenido la noche anterior, y desde muy pronto enseñaban a sus hijxs a lidiar con los temores que surgían en sus creaciones oníricas. Les explicaban que los monstruos y experiencias desagradables de los sueños eran oportunidades para avanzar en su vida, y que tenían un propósito que mientras dormían no podrían comprender. Por eso les animaban a enfrentar sus miedos, invitándoles a pedir ayuda durante el sueño y confiar en que lo que pasara sería para su bienestar y crecimiento. Esta manera de enfocar los miedos en el mundo de los sueños me parece una medicina extraordinaria para cultivar la confianza en unx y en la vida, y prevenir fobias. También resulta muy interesante, por liberadora y despenalizadora, la perspectiva senoi respecto al disfrute en el mundo onírico, incluido el deseo sexual.
[infobox last_column=»true» color=»green»] Si quieres explorar el mensaje existencial de tus sueños, te enseñamos un método en nuestro ‘Taller de sueños‘ [/infobox]
Los sueños, en definitiva, son una gran herramienta de sanación personal y también grupal y social. De ahí mi apuesta por difundir un sencillo método de escritura que permite el trabajo con los sueños desde el enfoque gestáltico.
Y sueño con un mundo en el que compartamos los sueños, en que las familias y colegios sean espacios para narrarnos los sueños, en el que sustituyamos el «¿y tú cómo eres?» de las primeras citas o el «¿qué tal?» de los encuentros con seres queridos por un «¿y tú qué soñaste ayer?», y así construir espacios para la integración de monstruos y hadas, luces y sombras, y todos y cada uno de esos aspectos internos sin los cuales no podemos ser seres completos, personas íntegras y merecedoras de vivir en salud.
Imagen principal de ejaugsburg
Deja un comentario